Este artículo fue publicado originalmente el martes 26 de julio de 2011 en mi blog Políticamente Correcto. Todos los artículos de dicho blog han sido importados a éste.
Es una costumbre de rigor y práctica generalizada por muchos, guardar duelo tras la muerte de un ser querido, realizar actividades religiosas y ritos familiares en torno a la pérdida.
Pero... ¿Por qué no celebrar la vida cuando aún la tenemos? No debería esperarse hasta que las personas ya no estén, para poder expresar sentimientos de amor, de disgusto, de intranquilidad o de felicidad.
Sin embargo, la violencia, el crimen organizado y la velocidad con la que se vive en estos días; ha llegado a convertir dichas costumbres y prácticas en algo habitual y de compromiso.
El reciente asesinato de Facundo Cabral en Guatemala, refleja, para muchos, una ola de violencia y crimen organizado incontrolable en Centro América. Así lo afirmó un 91% de los votantes de una encuesta realizada a los lectores de este blog.
La violencia no puede eliminarse de un día para otro, pero podemos reducir un poco la velocidad a la que conducimos nuestras vidas, ser un poco más tolerantes e ignorar las provocaciones agresivas de otros. Como decía el colombiano Juanes: "en un día como hoy caminaré más despacio, en un día como hoy defenderé mi verdad".
Y como dijera Cabral en una reflexión que circula en internet: "no hay muerte, hay mudanza, y del otro lado te espera gente maravillosa: Ghandi, Miguel Ángel, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa..."; personas que celebraron su vida compartiendo con el mundo sus obras y llevando un mensaje de paz y armonía.
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