sábado, 26 de marzo de 2011

¿Por qué habríamos de ser razonables?

El ser humano está condicionado por las premisas de la lógica proposicional y los principios que se han llegado a considerar, hasta cierto punto, dogmáticos. Esta perspectiva de la razón, le cierra las posibilidades al hombre y mujer de actuar con autonomía; y más aún, de dejarse llevar por alguno de sus instintos, categorizados como parte de una etapa de la evolución que no debería ser recordada.

Todos hemos sido “irracionales” en algún momento de nuestras vidas, hasta el niño que llora por no obtener un caramelo podría considerarse un ser irracional; lo que significa que toda persona que luche fervientemente por realizar sus anhelos, deseos e ilusiones, de cualquier tipo, es alguien que no piensa con los cinco sentidos ni se logra adaptar a la realidad.

De ahí, que muchos personajes de la historia hayan sido considerados “inadaptados” en su época; ya que su forma de pensamiento salía de los parámetros esperados y en muchas ocasiones, sus propuestas, creaciones e inventos, fueron socavados bajo el argumento de “ser irracionales”.

Para George Bernard Shaw, “el hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo. Así pues el progreso depende del hombre irrazonable”, lo que claramente se ve reflejado en el hecho que las personas que buscan la innovación, han sido muchas veces rechazados por la sociedad, y hasta mucho después, sus logros han sido debidamente reconocidos y empleados en la cotidianeidad.

Pero, ¿por qué ser razonables? Si la razón inhibe nuestros anhelos y deseos, y por consiguiente nuestros sueños de todo tipo, inclusive de realización personal.

¿Para qué ser razonables? ¿Para pasar sentado en el mismo escritorio, en la misma oficina durante 30 años? Siendo así, es preferible ser calificado como “irracional” para poder crecer, hacer cosas nuevas, generar un cambio en la lógica de las cosas y en la realidad, comúnmente adaptada a las necesidades e intereses de unos cuantos.

Si bien es necesaria una normativa para poder convivir en sociedad, esto no significa que debamos subyugarnos a lo que escuchamos, vemos, oímos y creemos que es lo correcto porque así se nos ha enseñado.

Si nos sometemos, como la mayoría, a este sistema de rigor y racionalidad, estaremos enterrando toda posibilidad de generar ideas nuevas que puedan cambiar el curso de la historia, por muy sutil que sean estas transformaciones; considero que siempre hay que luchar por dar un aporte a nuestro entorno, para cambiar la inmovilidad de una realidad condicionada.

Hay que aprender que no todo lo que se escucha es la verdad, hay que volvernos conscientes; más que racionales, tolerantes ante la idea que todos tenemos derecho a pensar por nuestra cuenta; ser críticos ante lo que se nos enseña, lo que observamos, lo que se nos haya dicho que es lo adecuado, lo “lógico”.

De este letargo en el que muchos viven, se aprovechan los “irracionales” para disfrazarse de entendimiento y proporcionalidad, para convencer a las masas con ideas “indefendibles, inmorales o peligrosas” .

Estaría de más explicar ejemplos como el Hitler y Musolini;  por eso es que debe llegar a entenderse que el uso de la razón, es un arma de doble filo; porque si bien sirve para las tareas más nobles y de conciencia social, del mismo modo, puede ser empleada por retóricos muy hábiles para convencer audiencias y concentraciones.

Muchas iniciativas que atentan contra la vida humana como la ley del más fuerte, el ojo por ojo, la guerra santa, la pena de muerte o las torturas de guerra; se llegaron a considerar necesarias porque se logró convencer a una sociedad que es un “mal necesario” para corregir las desviaciones que afectan  la búsqueda de un “bien común”.

En lugar de aprender a ser razonables debemos aprender a pensar, a criticar y analizar todo lo que se nos propone; debe cambiarse todo un esquema dogmático que nos dice como hablar, caminar, comer y vestir. Entonces deberíamos, hasta cierto punto, de ser irracionales, para ser originales, creativos y autónomos.

¿Para qué irnos a los extremos? De ningún modo, podremos generar un cambio. Si bien es sumamente perjudicial el empleo de la razón para fines sombríos, también debe considerarse así; cuando es llevado a la idolatría, y a la sublimación.

Si la Real Academia de la Lengua Española define la razón como la facultad de discurrir o el acto de discurrir el entendimiento, ¿Porque habríamos de endiosar a la razón? Si es una facultad más, de la que estamos dotados como seres humanos; la diferencia estriba en que unos han aprendido a crecer por medio de ésta y otros deciden quedarse estancados viviendo a través de otros.

Donde hay un triunfo absoluto de la razón, siempre habrá malestar; ya sea mediante el uso noble o malintencionado de ésta. Pues siempre habrá personas que luchen por una auténtica libertad de pensamiento, en donde la sociedad no tenga que ser blanco o negro, izquierda o derecha, liberal o conservadora; en donde los matices estén permitidos, respetando siempre los parámetros de convivencia social.

 De nada sirve la vida si no aprendemos a aprender; a comprender el mundo, a las personas, y la realidad. No hay peor enemigo que la ignorancia; no como antítesis de la racionalidad, si no como la negación de la existencia de múltiples verdades, premisas y principios.

No se puede usar la razón como escudo y excusa; en su principio y finalidad, deberá servirnos para entrar en conciencia, tener una actitud abierta a diferentes perspectivas, a respetar nuestro entorno; para poder después interpretar lo que recibimos, vemos, escuchamos, sentimos: lo que vivimos.

viernes, 11 de marzo de 2011

Histeria colectiva y desastres naturales

Hace un par de meses tuve la oportunidad de ver el filme de "Hereafter", producido por Clint Eastwood y estelarizado por Matt Damon; el cual inicia con unas impresionantes imágenes de un Tsunami recreado de forma digital.


Ahora, con las imágenes del terremoto y tsunami de 8,9 grados en Japón; me es imposible no tener una ligera sensación de escalofríos y de temor; incrementado por los comentarios de muchas personas que hablan de señales que nos acercan al fin del mundo y al 2012.


El epicentro del terremoto fue localizado a unos 400 kilómetros de Tokio y a unos 32 kilómetros de profundidad; y se produjo a las 14:46 hora local (05:46 GMT) con una una serie de fuertes réplicas.

Este tipo de desastres naturales generan histeria colectiva; y si bien existe la amenaza que se acerquen a las Costas del Pacífico en horas de la tarde; no deberíamos precipitarnos y adoptar una perspectiva fatalista ante los hechos recientes.


Como periodista, considero que una de mis labores es informar a quienes me rodean y generar confianza y serenidad a través de la recopilación de información de valor que puedan ayudar a otros que estén atemorizados.


Pero como ser humano, caigo en la trampa de la colectividad y de igual modo estoy a la expectativa de lo que pueda avecinarse a las costas de sur y centro América en particular.


La BBC informó que "las bolsas de Asia y la moneda japones, el yen, cayeron como consecuencia del terremoto y tsunami. Ahora será esperar, para poder conocer el impacto global que tuvo el terremoto en Japón".




Es uno de los sismos más poderosos en años y el maremoto ya llegó a las costas de las Filipinas sin haber causado daño alguno, pues se realizó la evacuación de los habitantes de las Zonas Costeras con anticipación.


En Centroamérica, si bien las posibilidades de que un tsunami afecte las Costas del Pacífico es mínima; el gobierno y las autoridades deberían de estar conscientes de las medidas que deben de tomarse en cuenta para enfrentar este tipo de desastres y educar a la población para que pueda actuar en función de; en caso que alguna de las Costas se vea afectada.


No conseguimos nada con la histeria colectiva, lo acepto; pero como humanos es imposible no sentir temor. Soy partidaria de convertir este temor en conocimiento y conciencia de la situación y principalmente; unirnos con respeto al pueblo japonés que enfrenta un momento difícil y actuar en consecuencia.


Después de todo no son sólo cifras, fallas georgáficas y placas tectónicas; son rostros con nombre y apellido; mujeres, hombres y principalmente niños.